1.- Conectividad digital: Un país conectado es un país de oportunidades. Hace 100 años el desafío es que todos pudiésemos leer y escribir. Luego fue la enseñanza obligatoria y luego el kínder. Hoy es clave tener acceso a internet, y hay sectores, zonas, personas que no lo tienen. Eso debe ser prioridad para que las oportunidades estén al alcance de todos.

2.- Regionalización efectiva: Más que aumentar o disminuir el número de regiones, que ya han ido logrando sentido de pertenecía e identidad, debemos reformular su administración y facultades. Por ejemplo, elegir sus autoridades de manera directa y pensar en avanzar hacia una recaudación fiscal regional, para que ciertas actividades tributen todo, o parte sus ingresos, en la región, que sea compatible con los fines que el Estado persigue, apuntando así a una distribución más equitativa de las competencias y recursos públicos en el territorio nacional.
Asimismo, debe existir un especial énfasis en los municipios y en las regiones, acercando la toma de decisiones a las personas.
Un objetivo de la descentralización debe ser también lograr la equidad territorial y, por otra parte, un reconocimiento y promoción del mundo rural.

3.- Mayor equilibrio entre la Ciudadanía, el Ejecutivo y Legislativo: Es necesario avanzar a un régimen semipresidencial, separando la función de jefe de Estado y jefe de Gobierno, lo que supone modificar nuestro sistema electoral a uno mayoritario.
De igual manera la ciudadanía debe tener un mayor control sobre lo que ocurre en el Poder Ejecutivo y Legislativo, a través de más transparencia y acceso a la información y otras herramientas como la Iniciativa Popular de Ley.